El servicio de la gracia de Dios
- centrodeservicioaa
- 7 jun 2021
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Yo llegué a alcohólicos anónimos a la edad de 14 años, y cuando llegué, lo cierto es que yo no entendía nada de lo que hablaban los padrinos y los compañeros, al principio yo llegué con todo el entusiasmo, y con toda la disposición de dejar la droga, los alcohólicos me enseñaron a servir, los alcohólicos me enseñaron a dar, a entregarme.
Cuando llegó alcohólicos anónimos la vergüenza de mis actos cometidos no me permitían regresar a la casa de mis padres y entonces me quedé a vivir en el grupo y los alcohólicos me enseñaron a levantarme temprano, a limpiar la sala de recuperación, a barrer, a trapear, a servir una taza de café, por la tarde poníamos fogatas para preparar el té y el café.
Cuando tocaban la campana de la reunión, yo tenía que entrar con mi charola de tasas para servir el café, cuándo empezaban a hacer todo el ritual de la junta, ese ritual tan solemne de leer el enunciado y de todo esto tan hermoso que es abrir una reunión yo tenía que entrar con el té y el café, terminando la reunión tenía que lavar las tazas.

Era servir, era entregarse, poníamos lonas para para la experiencia, lavábamos las sillas y preparábamos todo para la experiencia, porque la experiencia se hacía en el grupo, ese terreno era muy grande.
Los alcohólicos me decían que lo único que me iba a salvar era el servicio, y entregarme a los demás y al paso del tiempo de estar en ese grupo la locura me alcanzó y empecé a enojarme con los alcohólicos, por qué yo decía que tenían criado, velador, cafetero, y sparring de terapia y me quise ir del grupo, pero por una extraña razón no me podía ir, a los 5 años conozco al que el día de hoy es mi padrino.
Con mi padrino encontré otra manera muy diferente de servir en lo espiritual.
El padrino compartía en los grupos, hasta el día de hoy sigue compartiendo y yo empecé a estar con él en los compartimientos, a tocar alabanzas, nos tocaba viajar mucho... Había veces que nos quedamos a dormir en las carreteras, amanecíamos en una ciudad y dormíamos en otra, cada fin de mes nos íbamos a la experiencia y era llegar a la hacienda desde una semana antes, para ser de los primeros en llegar y los últimos en irnos.
El padrino siempre me decía: "Dios paga" esa frase nunca la entendí, porque yo decía: ¿Cómo es que Dios va a pagar? ¿acaso Dios va a bajar con una chequera? ¿o va a bajar y va abrir su cartera? Y va a decir ¿Cuánto se debe? Pero no entendía esos términos de Dios paga, hasta que el padrino empezó a enseñarnos la Gracia de Dios que se obtiene mediante el servicio. Y entonces al darme cuenta que no nos hacía falta absolutamente nada en lo económico, no había lujos, pero no hacía falta nada, mi familia tenía salud, mis padres estaban con trabajo, mis hermanos también tenían trabajo y tenían salud.
Estar dentro del servicio te permite estar en la gracia de Dios.
El servicio me ha salvado por qué me ha mantenido ocupado y ha evitado el pensar cosas que no son buenas para mi salud emocional, el servicio me ha salvado de la droga, el servicio me ha salvado de la soledad, el servicio me ha salvado de la angustia y de la desesperación, y me ha dado algo que es tan maravilloso que se llama la gracia de Dios que es algo que yo valoro mucho porque recibir la gracia de Dios es tener un favor no merecido y entonces cuando recibes algo que no mereces es algo que se tiene que agradecer.
Mi padrino nos ha enseñado a agradecerlo con más servicio, con el paso del tiempo he ido creciendo y madurando y he encontrado otras maneras nuevas de servir porque el día de hoy tengo la oportunidad de enseñar lo que a mí un día mi padrino me enseñó y que me sigue enseñando.
Si analizamos nuestra historia, no hay cosa más importante en el mundo que pudiéramos tener que sea el servicio, ir a la junta, servir una taza de café, escuchar a otro ser humano, ir a la hacienda para preparar el terreno para que lleguen los nuevos, entregar el alma en una alabanza, quedar agotado físicamente, pero con el espíritu lleno.
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