top of page
Buscar

Dependencias Progresivas y Mortales

Recuerdo mi noviazgo lo veía normal, me gustaban los detalles que tenía conmigo y su forma de tratarme; nunca me percate que algo andaba mal. Para mi era normal que el anduviera en la calle, siempre andaba arreglado y presentable. Cuando salimos a reuniones familiares nunca hubo algún comportamiento fuera de lugar, se media al tomar, para mí era algo normal. Así pasaron los años hasta que me case, desde ese momento, ya el consumo de alcohol en las fiestas ya no era normal, todos los fines de semana era beber, por mi mente pasaba ya es viernes me voy a quedar sola y me invadía el coraje. Ya no iba a casa de mi familia saber en dónde estaba él. No quería que me vieran tonta ante la situación que vivía, había situaciones donde yo pensaba que él se hacía el borracho para caer bien con sus amigos y jamás imagine qué el consumiera drogas ya que en mi familia no se veía el consumo de sustancias, pero estaba repitiendo un patrón por el alcoholismo de mi papá y la codependencia de mi mama; me sentía frustrada, desesperada, impotente y decepcionada porque mi matrimonio no era como yo lo había idealizado. Para ese entonces ya estaba embarazada y creía que al nacer mi hijo el cambiaría sus actitudes y se haría más responsable pero no fue así, por mi mente pasó la idea de regresarme a mi casa con mis padres, pero no quería llegar y que me dijeran te lo dije. Mi embarazo fue de mucha tristeza y soledad, al ver mi vida cuando nace mi hijo mis esperanzas de que cambiara sé esfumaron, en mí seguían las ganas de dejarlo para poder vivir tranquila. Un día él me pidió que habláramos y ahí fue donde me confesó que consumía sustancias, en ese momento sentí un hueco en el estómago y me invadieron muchas emociones, tristezas, decepciones; en ese momento me sentí utilizada ya que había jugado conmigo todo ese tiempo qué estuvimos juntos, me reproche porqué no me había separado de él.


ree

Lo veía derrotado ante la situación, le pidió ayuda a su familia y me pidió que lo entendiera y que lo apoyara durante tres meses de los cuales se hicieron nueve meses. Lo único que sabía es que se encontraba bien, lo espere con muchas ilusiones porque yo estaba cumpliendo con mi palabra, confiaba en que habría un cambio en el, pero hubo un momento dónde me preguntaron ¿apoco tú puedes sola? a lo que contesté con mucha seguridad: Si puedo. No sentía la necesidad de estar en una agrupación pues no tenía problemas de consumo. Un día el llego a mi casa y en ese momento revivieron todas las ilusiones, lo recibí con mucha emoción ya que lo veía diferente. Al abrazarlo regreso la seguridad que no había sentido hace mucho, ya había escuchado compartimientos donde trataba de entender mi situación y en mi estaba apoyarlo, pero no entendía la parte de que era una enfermedad progresiva y mortal, así que después de 6 meses comencé a exigirle un empleo. Esperábamos a mi segundo hijo y necesitaba que me ayudara, entonces lo orille a dejar de asistir a sus reuniones para que estuviera más al pendiente de nuestra familia, por un tiempo funciono, pero después volvió a sus viejas actitudes y yo no entendía por qué él no tenía fuerzas de voluntad suficientes para funcionar. Entre en depresión y cumplía con mis responsabilidades por obligación, pero aun así me sentía sola estando acompañada, lloraba en silencio y sonreía para que no se dieran cuenta de la tristeza que sentía. Vivía frustrada sin entender que estaba pasando; evitaba estar con mi familia pues mi tristeza era notoria y mis hijos me decían que buscara ayuda, que fuera a una agrupación, que ya no era la misma. No podía concebir la idea de asistir aún lugar de esos pues no veía mi problemática; así que orillada por las circunstancias me acerqué a una agrupación a las que asistía mi esposo, ahí pude liberarme de todo lo que estaba pasando en mi casa esperando una solución a mi problema. Hablé con un miembro del grupo y sugirió qué continuara asistiendo, yo accedí y seguí asistiendo. Desde que llegué me empecé a confrontar con las experiencias descritas en los compartimientos y poco a poco me fui dando cuenta que no era la única, no podía asimilar mi enfermedad, al paso del tiempo fui entendiendo las responsabilidades dentro de una agrupación y la dinámica dentro del lugar; al principio no me sentí parte, pero después de asistir varias veces me di cuenta que no me juzgaban por mi forma de pensar y que me aceptaban tal cual soy, sin juicios.

El día de hoy tengo un año y medio asistiendo juntas en las que día a día me hacen estar más consciente de mi realidad, gracias a la práctica he podido sobrellevar mi matrimonio así como también, entender mi enfermedad y la de mi esposo. Ambos vivimos situaciones por separado en los cuales hemos encontrado un bienestar sin descuidar a nuestros hijos. Hoy mi vida tiene un equilibrio y disfruto mucho el que se me tome en cuenta, sé que formo parte y no me siento sola, ya no lloro por las noches y puedo estar tranquila sabiendo que cuento con alguien y el apoyo de mis compañeros. Hoy me doy cuenta de que sola no tengo las fuerzas suficientes para lidiar con la enfermedad y que necesito esto para estar cada día mejor.

 
 
 

Comments


bottom of page